lunes, 2 de febrero de 2015

Hortensia (Hydrangea sp.)



La hortensia (Hydrangea sp.) es un arbusto caducifolio de climas con inviernos suaves, perteneciente a la familia de las saxifragáceas, cuyas variedades más significativas se caracterizan por tener flores dispuestas en inflorescencias en forma de cabezuelas (cimas umbeliformes compuestas).

Comúnmente se le conoce como planta de maceta, pero en las regiones húmedas de España es más conocida como arbusto de jardín ampliamente distribuido, sobre todo en la costa norte. 
De cualquier modo, la hortensia, teniendo unos mínimos de cuidados, se puede dar en cualquier parte de España, exceptuando las zonas del interior donde por el crudo frío invernal no se podrían obtener flores. 

Las flores de la hortensia se desarrollan a partir de yemas formadas el año anterior, es por esto que la poda debe anticiparse todo lo posible, realizándose justo al finalizar el período de floración. Lo más aconsejable es hacer una poda, dejando las ramas a unos 30-40 cm del suelo, para que sobre esa estructura se desarrolle cada año.

La multiplicación se realiza a partir de esquejes de 8-10 cm de longitud, aunque si no se dispone de suficiente material vegetal pueden emplearse esquejes de menor tamaño, cogiendo 1 cm a cada lado de la hoja y dividiendo el tallo en dos partes de forma longitudinal; no obstante estos últimos tardan más tiempo en dar una planta vendible.
Dichos esquejes se colocarán sobre sustrato de turba, turba y arena o arena sola, aunque a veces también se emplea la tierra de brezo. 

Riego: La planta necesita grandes aportaciones de agua y humedad constante en el terreno o sustrato, pero éste debe tener un buen drenaje para evitar encharcamiento y así enfermedades de tipo criptogámicas y asfixia radicular. 

Fertilización: Para obtener flores de coloración rosada, la fertilización de fondo debe ser rica en nitrógeno y fósforo y pobre en potasio, mientras que si se desean flores azules, será rica en potasio y pobre en nitrógeno y fósforo. 
Además, la floración azul requiere el aporte de abonos acidificantes tales como: sulfato amónico, nitrato amónico, sulfato potásico, etc. También se puede añadir sulfato de aluminio si las medidas anteriores son insuficientes. 
La coloración rosa se conseguirá con abonos alcalinos: nitrato de calcio y, en menor medida, nitrato cálcico. 


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